EOLOCURA EN ESCOCIA. LOS RICOS TAMBIÉN LLORAN

El Mundo 8 de marzo de 2012


Donald Trump se une a la campaña contra las turbinas de viento en Reino Unido.El magnate promete combatir las 'máquinas horrendas' en la costa escocesa

100 parlamentarios piden un severo recorte en los subsidios a la eólica


El príncipe Carlos y Felipe de Edimburgo condenan los 'manchones' en la campiña

Carlos Fresneda (Corresponsal)
Londres

Soplan malos vientos para la energía eólica en el Reino Unido. Cien parlamentarios conservadores han firmado una carta urgiendo un severo recorte en los subsidios para las turbinas de viento. Decenas de proyectos están en el alero ante la falta de claridad del Gobierno de David Cameron, que ha revisado el 'mix' energético y ha rebajado sustancialmente la parte de la tarta que le correspondía a las renovables.

El príncipe Carlos y Felipe de Edimburgo reiteran entre tanto su oposición a las turbinas, "esos manchones que afean la campiña inglesa". Y en esto llega Donald Trump y promete poner de su bolsillo 10 millones de libras (12 millones de euros) para sufragar la campaña contra las "máquinas horrendas" en la costa escocesa.

El episodio de Trump -que alega las turbinas van a estropearle la vista a los golfistas de su 'resort' en las cercanías de Aberdeen- no es más que el último capítulo de una campaña que lleva larvándose desde la llegada al poder de los 'tories' (con la generosa contribución de los diarios conservadores 'Daily Telegraph' y 'Daily Mail').

Recortes en energía eólica

Las proyecciones iniciales de la energía eólica en el Reino Unido de aquí al 2020 se han recortado drásticamente: de 28,3 gigawatios a 4 gigawatios, según el último informe de Electricity Networks Strategy Group (ENSG). Gran Bretaña ha quedado rezagada al octavo puesto mundial por capacidad instalada y se han hundido hasta el noveno en el Unión Europea por la proporción de energía generada por el viento: el 4,5%, frente a la media del 6,3%.

Frente al rechazo generado por las granjas eólicas en algunas partes del interior, la energía renovable 'off shore' ha ganado tracción en los últimos años, pero sus elevados costes y creciente oposición popular ha servido para rebajar también las perspectivas de crecimiento.

Trump amenaza con demandar al Gobierno

Donald Trump ha prometido poner ahora toda la carne en el asador contra los aerogeneradores. El multimillonario norteamericano ha dirigido personalmente una carta al primer ministro escocés, Alex Salmond, amenazando con una demanda legal multimillonaria contra la instalación de once turbinas frente a su 'resort' de lujo.

Trump ha hecho causa común con el grupo 'Communities Against Turbines Scotland' (CATS) para boicotear las centrales eólicas. Aunque el parlamentario Willie Rennie, al frente del Partido Liberal Demócrata en Escocia, ha criticado su “respuesta histérica” y ha recalcado los “ambiciosos objetivos de energías renovables: “En vez de frenarnos, debería estar ayudándonos”.

Pero el impulso decidido de Escocia –empeñada en ponerse a la cabeza de Europa en la energía eólica 'offshore'- contrasta con la ambigüedad creciente en Londres, en plena revisión del 'mix' energético para relanzar el gas y la energía nuclear.

Según reconoce a 'The Guardian' Magued Eldaief, director de operaciones de General Electric, la "falta de certeza y claridad" creada por el Gobierno de David Cameron ha despertado el miedo y la inquietud entre los inversores. Vestas, Mitsubishi, Siemens y Gamesa también han expresado su preocupación ante la creciente oposición a la energía eólica en el Reino Unido.

Adair Turner, presidente de la Comisión del Cambio Climático (CCC), admite que las turbinas han sido víctimas de una campaña de desinformación que ha creado confusión en la opinión pública. "La energía eólica funciona", asevera Turner. "La idea de que es intermitente o que no sirve para reducir las emisiones es pura basura. Hay países que consiguen grandes cantidades de energía con el viento".

Impacto visual

Según Turner, el único debate legítimo es el generado por "el impacto visual de las turbinas en las colinas de Gran Bretaña". "Pero ese debate tiene que ser honesto", advierte en 'The Guardian'. "La gente tiene que saber que es mucho más costoso instalar las turbinas en las costas. Y las comunidades locales que critican las granjas eólicas deberían tener algún tipo de beneficio directo que les ayude a cambiar las percepciones estéticas profundamente subjetivas".

Quien más ha contribuido a la mala prensa de las turbinas de viento ha sido Felipe de Edimburgo. "Son absolutamente inútiles, una absoluta desgracia y dependen además de los subsidios", declaró recientemente el marido de la reina Isabel II, que equipara el potencial de las renovables con "los cuentos de hadas".Sus declaraciones han sido aprovechadas por los escépticos del cambio climático como Lord Nigel Lawson, que considera las turbinas como "una monstruosidad que está diezmando el paisaje inglés".

El diputado conservador Chris Heaton-Harris ha aprovechado entre tanto los vientos en contra de las renovables para reclamar un recorte mayor del 10% anunciado en los subsidios a la energía eólica. Harris afirmó que tardó apenas tres días para conseguir cien firmas de otros tantos parlamentarios y asegura que sus filas se están nutriendo de laboristas y liberal-demócratas.

Adam Bell, al frente de Renovables del Reino Unido, ha encabezado por su parte la enérgica reacción de la industria eólica: "Las turbinas de viento general electricidad para dos millones de hogares en nuestro país y en el 2016 coste se equiparará con el de la energía generada con combustibles fósiles".



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